Texte presenté le 27 novembre 2024 dans le cadre du congrès annuel de la faculté de Psychologie à Buenos Aires
Autor: Estela Eisenberg
Estela Eisenberg
La propuesta en esta oportunidad es ubicar una línea entre el fantasma y la transferencia y recordar que Freud establece una solidaridad entre ellos. Esta articulación supone una dimensión que permite diferenciar el síntoma que anuda cuerpo e inconciente y los obstáculos a ese anudamiento en los casos de neurosis narcisistas.
Asimismo, ubicaremos en los desarrollos de Lacan algunos ejes en los cuales se fundamenta dicha solidaridad, no obstante que no se encuentren menciones a este cuadro, lo cual da cuenta de discontinuidades del maestro francés respecto del planteo freudiano. Este desarrollo, siguiendo las pistas que permiten organizar el recorrido, sortea un orden cronológico, aunque distingue la periodicidad de la producción en la enseñanza de Lacan.
Tempranamente Freud en Introducción del narcisismo, propone diferenciar las neurosis narcisistas de las neurosis de defensa, lo que separa las aguas es el fantasma, fundamento de las neurosis como condición de la transferencia. De modo que la represión en el sentido dinámico del término, como mecanismo y proceso princeps en las neurosis de defensa, el fantasma y la transferencia se encuentran anudados.
Al proponer la segunda tópica, ya no será sólo el fantasma lo que divida las aguas, sino que el conflicto entre instancias hará su entrada y es el superyó lo que rige en dicha nosología. De modo que las modalidades de presentaciones clínicas de las neurosis narcisistas, ordenadas bajo la segunda tópica pueden dar cuenta de un trazado en la satisfacción que prescinde de la represión, en el sentido dinámico, como destino pulsional que organice el síntoma como pregunta.
De modo que se impone revisar las posibilidades de entrada al dispositivo analítico en estos casos.
En Lacan no se encuentran referencias directas a las neurosis narcisistas, pero sin embargo es posible encontrar sus coordenadas. Podemos esbozar la hipótesis de que Lacan trabaja las tópicas freudianas, y las transforma de un modo fecundo con las operaciones de alienación separación, primero en el Seminario XI y luego XIV y XV, La lógica del fantasma y El acto analítico.
Sumariamente encontramos que en el Seminario XI Lacan se sirve de la teoría de los conjuntos para ubicar la alienación y la separación en la constitución del sujeto, donde la reunión y la intersección respectivamente, de un modo circular, mas no recíproco, darán cuenta de la parte perdida en dicha constitución, mientras que en los Seminarios posteriores inscribe estas operaciones en la estructura de cuatro términos del grupo matemático de Klein, de lo que denomina “un semi-grupo de Klein”, construcción que surge de un tratamiento particular del cogito cartesiano.
En estos Seminarios distingue los dos modos de la falta bajo los cuales se anuncia el sujeto del inconciente: o yo no pienso, o yo no soy. El objeto a presentifica la falta en ser del sujeto por oposición a -φ, escritura del inconciente como pensamientos carentes de sujeto (manquant de sujet). Estas dos letras, a y –φ, formalizan la diferencia en la teoría freudiana entre el ello pulsional de la segunda tópica y el inconsciente el aspecto dinámico, de la primera.
En la Lógica del fantasma, las operaciones de alienación-separación contrarían el cogito al recaer la negación sobre el yo, poniendo en cuestión el ser y el pensamiento. Pone en relación al pensar sin yo como sujeto del inconsciente en exclusión al ser sin yo que ubica como falso ser, haciendo caer cualquier referencia ontológica al indicar que no hay más que falso ser, y su sostén es justamente el fantasma.
Incluso ubica también al moi designándolo como homólogo al fantasma, tal como ya lo planteaba en el Seminario X, cuando refiere que sus reversos, en ambos casos dan cuenta de la angustia.
En el Seminario del Acto psicoanalítico, extrema el planteo señalando que el acto del cogito es el error sobre el ser, y agrega que el rechazo del cuerpo fuera del pensamiento es la gran Verwerfung de Descartes.
En este Seminario se sirve nuevamente del cuadrángulo para ubicar ya no la causación del sujeto, sino que apunta al acto psicoanalítico en su relación con el recorrido y el fin de la cura analítica. Trabaja por separado alienación y separación, y articula la alienación con el fantasma y la transferencia y la verdad. El movimiento inicial de la partida fue nombrado por Lacan como acto analítico pero calificado de “falso acto”.
Entre multitud de referencias, respecto de las neurosis de transferencia en el Seminario XII plantea que dicha transferencia es engaño en su esencia. La neurosis de transferencia es una neurosis de engaño. Sin embargo, ese engaño, que es amoroso, es la puerta de entrada, el vaivén y la bisagra para el juego de la apertura y cierre del inconciente. Como ya había situado en el Seminario VII cuando recuerda la proton pseudos freudiana, a nivel del inconsciente el sujeto miente. Esa mentira es su manera de decir al respecto la verdad. Es lo que Freud escribió en el Entwurf a propósito de la histeria, proton pseudos, primera mentira.
De modo que para la neurosis de transferencia tenemos la cuestión del engaño, lo cual implica una dimensión de la verdad que no se opone a lo falso, soportada por el fantasma, el inconciente y la imagen especular con sus galas narcisistas.
Ubicamos al fantasma, en tanto fundamento de la neurosis de transferencia, como esa ficción verídica que le otorga a la realidad el marco en el que se desarrolla. La constituye, sostiene, le da cohesión, unidad, coherencia y permite la ficción de una continuidad existencial a la realidad que al mismo tiempo constituye.
En el fantasma no cuenta entonces la oposición, verdad/falsedad, ni exterior/ interior y tampoco ser/ no ser. El fantasma no es una ilusión, el fantasma constituye una superficie que le vale al sujeto como defensa, consuelo y ganancia de placer frente a lo real.
En el Seminario XVI Lacan realiza una valiosa reflexión. Comienza hablando del síntoma y cuando fundamenta la imposibilidad de atrapar al sujeto, especifica que es en torno a la fórmula del fantasma que en el sujeto se da una unidad que no tiene, se constituye, con esta soldadura, con esta precipitación, con un congelamiento que hace posible unificar un sujeto como sujeto de todo discurso y sostenerlo en su pretendida suficiencia.
Tomando el término “soldadura” al que Freud recurre en el texto Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad, ubica la unificación del sujeto, es decir esa soldadura oculta la barra siendo una respuesta, entre otras, a la castración.
En el Seminario XIV, Lacan tomando la construcción del plano proyectivo llevada a cabo el año anterior, homologa el fantasma a una ‘bulle’, término que puede traducirse como esfera, bola, burbuja, objeto esférico; en esta esfera no hay diferencia entre realidad y deseo, y tampoco entre sujeto y objeto. Es cuando sobre esta burbuja se hace el corte adecuado, que puede desprenderse algo que es del orden del sujeto y algo que es del orden del objeto.
Entonces el fantasma es ficción verídica, y podemos sumar respecto de la verdad su valor de fixión, tal como lo comenta en El Atolondradicho. La verdad como fixión, esta vez escrita con X en su función de fijación (Fixierung). Esta “Fixierung” se lee no sólo en el sentido de la fijación, sino también “reparación”, arreglar, “to fix”, un anudamiento de la estructura.
Una vuelta más con el término ficción. En televisión Lacan conjuga la ficción y la familia. El punto de partida es la no relación sexual, lo que no cesa de no escribirse como hecho de estructura, pero lo notable es que es esa encrucijada la que “secreta ficciones”, secreción de ficciones necesarias como hecho de estructura. Un agujero que secreta ficciones, y ubica a la familia entre dichas ficciones necesarias.
Esta idea permite pensar que la conexión entre la familia y la represión, a la que se recurre en innumerables oportunidades, requiere que acentuemos que no es la familia la que crea la represión como el mito ficciona, sino que la represión entendida como agujero, carencia, crea la familia como ficción.
Ficción necesaria ya que recordemos que para Lacan hay una lengua encarnada, un deseo no anónimo inherente a la función de la familia en su operación, como transmisora de la castración. Cualquiera sea la modalidad de familia que se ficcione. La ficción surge del agujero mismo de la no relación sexual, más que recubrirlo, velarlo, el agujero opera la ficción, la secreta, la crea.
La dimensión de la castración dice que no hay complementariedad, que no hay relación sexual y ese es el imposible que se ficciona por el mito de la prohibición paterna. El mito de la prohibición entonces es la tentativa de dar forma épica a lo que se obra de la estructura, en sucesivas escrituras que atañen a distintas versiones del padre.
Nos servimos de la hipótesis de que la fantasía, fundamento de la neurosis, fixiona con c y con x a la pulsión. Pero ello requiere de tiempos y vueltas que se organizan como una gramática. Es un montaje, pero un montaje gramatical al decir de Lacan.
Sin embargo, es menester diferenciar la gramática de la pulsión de la gramática del fantasma, ya que puede ser la clave que se requiere para las cuestiones clínicas respecto de la transferencia. Si seguimos el trazado pulsional veremos surgir esta discontinuidad.
Su trazado y es central también recordarlo, Freud lo realiza a partir de la pulsión escoptofílica, voyeurismo exhibicionismo y sadismo- masoquismo. No se sirve de la pulsión oral y la dimensión de lo anal la vincula con el sadismo masoquismo, lo cual a Freud mismo le resulta insuficiente. Para Freud a esta altura hay pares de opuestos, como si hubiera alguna complementariedad, cuando plantea que el masoquista goza compartidamente la furia que se abate sobre su persona, y el exhibicionista, su desnudez. Algo para revisar, dado que la complementariedad es el imposible que el psicoanálisis revela.
Por otro lado, no sabríamos de la pulsión sino por sus vicisitudes, el trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacía la persona propia. y sus destinos, la represión y la sublimación, siendo, además, en todos los casos, defensas frente a ella.
En la gramaticalidad de la pulsión, podemos ubicar, sucintamente, los primeros dos movimientos que dan cuenta de su trazado, la voz activa: martirizar, pegar, mirar y la voz media: martirizarse, pegarse. mirarse.
Tenemos ya, en estos dos tiempos, cómo las vicisitudes de trastorno en lo contrario y la vuelta sobre sí mismo, definen el trazado autoerótico de la satisfacción pulsional. En estas vueltas se producen transformaciones, de modo que el retorno, la vuelta, no es una vuelta a un estado anterior.
Por último y en discontinuidad, no en línea de sucesión, se introduce una diferencia que puede no producirse, y es lo que interesa acentuar. La voz pasiva indica que una novedad se entromete. Se busca de nuevo como objeto una persona ajena, que tiene que tomar sobre sí el papel de sujeto.
Como dice Paul Laurent Assoun, en su texto Lecciones psicoanalíticas sobre el masoquismo, semeja un aviso clasificado, se busca una persona ajena que asuma el papel que se le otorga, pegar, mirar.
Se trata de una voz causativa que hace existir a Otro al que se le adjudica una acción, una actividad, es el sujeto de la oración. Es por esta invocación al Otro, que Freud mismo señala, que ubicar que se trata de lo anal y la musculatura, resulta insuficiente, la voz de mando se hace oír. Y al mismo tiempo, el fantaseador vale como objeto desdoblado dado que también es espectador, dándole al fantasma su estructura escópica.
Este es el movimiento que subyace al fantasma. La gramática que engarza la voz pasiva introduce la dimensión de un Otro en tanto agente.
Ser pegado o la traducción que mantiene la idea de actividad pulsional, pero de meta pasiva, hacerse pegar. En ese hacerse, un ser es otorgado.
Ya hay una pequeña pero suficiente ficción/fixión. Es decir, se edipiza y amalgama una escena para la pulsión. Entre la pulsión y el fantasma podemos ubicar una operación del padre. Esta operación es condición de posibilidad del síntoma, de la neurosis de defensa, y de la transferencia.
De todas las vueltas que la versión del padre opera en la estructura, la versión del padre que interesa ubicar en esta oportunidad, es la que plantea en el Seminario RSI cuando refiere que un padre no tiene derecho al respeto, si no al amor, si el dicho amor, el dicho respeto está père-versement orientado.
En esa vía el padre interviene para mantener en la represión la versión que le es propia por su perversión, única garantía de su función de padre.
Agrega Lacan una referencia a la normalidad diciendo que no es la virtud paterna por excelencia, sino solamente el justo no-decir, que no sea demasiado transparente ese no-decir, que no se vea inmediatamente de qué se trata en lo que él no dice.
En oposición, el padre de Schreber, nada peor que el padre que profiere la ley sobre todo. “No hay padre educador, sobre todo, sino más bien rezagado respecto de todos los magisterios”.
A partir de lo planteado revisaremos una cuestión clínica que podría enmarcarse en el campo de las neurosis narcisistas. Una anorexia severa, cuya realidad se presenta con dificultades para ficcionarse, ubicando en el dispositivo, por la vía de una construcción, una transparencia que debiera faltar.
Se recorta en la consulta el movimiento a la entrada como posibilidad de instalación de una neurosis de transferencia con la producción de un síntoma analítico
Se trata de una joven bailarina que forma parte de un ballet estable. Acude por una anorexia severa por la que suele consultar frecuentemente.
Cito su enunciado “Es un problema del ballet, todos los bailarines tenemos problemas con la comida”.
Las sesiones giran alrededor de los estrictos controles del ballet, pesan a las bailarinas permanentemente porque deben tener medidas que respondan al modelo de la bailarina clásica para lucir en el escenario.
A su alrededor sus colegas presentan problemas similares que en algunos casos llega hasta la internación.
Ubicar o confirmar el asunto como una evidencia resulta una justificación que vale como obstáculo. Era requerible una vuelta, lo que generalmente sucede de modo contingente y presta la ocasión para leer de otro modo.
En una oportunidad en la que tiene que abonar la sesión, comenta que está preocupada porque se le va el dinero. Le pregunto en qué se le va, y resultó que el gasto más grande es en el supermercado. Y agrega, cito “y eso que me llevo productos del negocio de mi familia.” ¿Qué negocio? Pregunto ¡un supermercado!
Suele visitar asiduamente a su familia. No hace mucho decidió tomarse una semana de vacaciones del ballet y se instaló allí. A cocinar todo el día.
La frase que enuncia es “Voy a hacer la comida”.
El negocio es del padre que es carnicero, y un hermano mayor con el que compartían juegos sexuales de pequeños.
En una oportunidad en que lleva a su familia un video del ballet en el que ella participa, su hermano le dice, cito: ¡Presentáme a esa chica! ¡Está re-buena! Y ella responde ¡pero si esa soy yo! Frente a lo cual el hermano exclama ¡donde perdiste el culo que tenías?!
En la misma línea, suele ver a su padre bromeando, transparentemente con las chicas que van al negocio, lo escucha decir: “Vos nos tenés locos a todos acá y a mi hijo ni te cuento. Cuando te agarre…”
Nuevamente una contingencia permite dar otra vuelta.
Le dan en el ballet la posibilidad de encabezar una obra muy exigente. Luego de un ensayo a la hora del intervalo para almorzar, la sorprende un compañero que le dice, “¡Andá a comer y ponete linda! Te faltan carnes”.
Lo cual habilita a una construcción a la entrada en el análisis que produce una vuelta que permite leer de otro modo y equivocar el “Ella va a hacer la comida” por “Ella va a ser la comida”.
Ella va todos los fines de semana a la casa de sus padres y hermanos a verificar una y otra vez que no los atrae ya que no tiene carnes para el padre carnicero y su hijo, les da a comer otra cosa que ella.
Del hacer la comida para el padre a Ser la comida por el padre.
Ella hace la comida, no lo es.
La falta de carnes, mantener la anorexia vale al mismo tiempo de castigo por la vía del superyó en relación a la excitación frente a los juegos sexuales infantiles con su hermano, aliado en este punto a la versión del padre.
Aunque no solamente castigo en relación a esa escena, ya que se despierta un culposo recuerdo infantil. De pequeña algunas veces tuvo en sus brazos a un primito, y al acariciar la piel del bebe gordito le había producido una excitación que la había aterrorizado.
Podemos pensar en un momento anterior a la entrada en análisis: todas las veces en que iba a hacer la comida, esa comida no le suscitaba ninguna pregunta. Es un momento en el que ella es la comida. Tenemos allí el ángulo superior izquierdo del grupo de Klein, es un yo no pienso y ese yo no pienso le aporta, un ser de comida. El ello pulsional que Lacan articula en estos Seminarios al objeto a, la satisfacción pulsional que está en juego es siempre acéfala, un ser sin yo (Je) que es revelado en el tratamiento a partir de leer de otro modo.
El momento en que se produce la entrada en análisis es el momento en que ella deja de ser la comida y trasforma su ser en una pregunta, en un vacío, en un agujero. Y en este caso es también ese momento en que se constituye el síntoma como síntoma analítico, es el momento en que el padecer se pone en forma y permite una demanda analítica. La anorexia puede entonces devenir en un síntoma bajo transferencia, una neurosis de transferencia.